Los sentidos de los caballos les ayudan a relacionarse con su ambiente. En estado natural, los caballos dependen de sus sentidos para sobrevivir. La vista y el oído advierten del peligro, el gusto y el olfato identifican los alimentos comestibles y los perniciosos. Con la domesticación, el caballo ya no depende tanto de sus sentidos, pero éstos conservan su agudeza. Por tanto, el “sexto sentido” del caballo no es más que una reacción natural a un estímulo que a nosotros nos pasa desapercibido.
EL OÍDO: El sentido del oído en el caballo está mucho más desarrollado que en el hombre. Las orejas pueden moverse de manera individual y normalmente las orientan hacia el lugar de donde proviene el ruido.
Los pabellones auriculares contienen cera y pelos que protegen las estructuras internas de la entrada de objetos extraños, insectos e infecciones. Sus oídos sienten los ruidos más suaves, que nosotros no escuchamos.
LA VISTA: La vista es otro sentido fundamental que establece en gran medida el comportamiento del caballo. Sus ojos están ubicados en forma lateral, a diferencia de los depredadores en los que se encuentran al frente, tiene un campo de visión de 350º. Esta situación ocular empeora la visión binocular y dificulta el cálculo de distancias, sin embargo, amplía mucho el campo visual del caballo.
El caballo es hipermétrope, lo que significa que posee una buena visión lejana, pero una acotada visión cercana. Tiene dos puntos ciegos: uno enfrente de su nariz, y el otro a pocos metros después de su grupa.
EL OLFATO: Es de vital importancia, sobre todo para el reconocimiento de otros individuos y su relación dentro de la manada. El olfato es la base del reconocimiento yegua-potro, es imprescindible en la reproducción y en las relaciones entre caballos; un potro puede oler a la yegua en celo desde más allá de 1 km de distancia. También percibe el olor de las plantas tóxicas y no las consume. Hasta pueden notar a un cadáver rehusado, lo que les señala que puede haber un depredador en la cercanía, lo que significa peligro de muerte.
El olfato del caballo le es también muy útil a la hora de identificar alimentos; por ejemplo, si el alimento tiene polvo, no lo come. Si el agua no está limpia, no se lo toma. El caballo tiene 18.000 papilas gustativas. Los humanos poseemos tan solo 900.
EL TACTO: El caballo es muy sensible. Posee un agudo sentido del tacto en todo el cuerpo. Puede incluso detectar la presencia de una mosca y ahuyentarla con la cola con una precisión infalible. Por lo tanto, no debería sorprendernos de que nuestro caballo se alarme si lo toca sin advertencia previa.
Los bigotes y pelos largos en torno a los ojos, son importantes para palpar los objetos circundantes. Nunca corte los bigotes a un caballo, incluso si lo esquila para un concurso, ya que le costaría calcular las distancias con objetos cotidianos y podría golpearse. También juega un papel muy importante en las interacciones sociales para mostrar enfado, afecto, como un juego…
EL GUSTO: Los caballos tienen alimentos favoritos. Les gustan los alimentos salados y dulces, pero no los amargos ni los ácidos. Son capaces de seleccionar unos alimentos y despreciar otros. El sabor les permite identificar los alimentos que son buenos para su salud y aquellos que son dañinos, por ejemplo en los pastos. Al no tener la capacidad de vomitar, el caballo debe elegir bien su alimentación.